Manifiesto de la Plataforma Seneca Falls de España
Por la igualdad de las Mujeres
INTRODUCCIÓN
La Plataforma Séneca Falls surge por la preocupación desde un grupo de hombres y mujeres evangélicos, ante el quebrantamiento de los derechos de las mujeres y las niñas en el ámbito público y privado, en España y en todo el mundo.
Expresamos desde esta plataforma una postura que reconoce la necesidad de preservar y trabajar por la igualdad de derechos y libertades para hombres y mujeres. Desde una cosmovisión bíblica aplicada a nuestra sociedad actual, pretendemos como cristianos defender los derechos postergados de las mujeres y las niñas.
Nos identificamos con el feminismo originario de raíces cristianas, promovidos por mujeres evangélicas, fruto del cual fue la Declaración de Séneca Falls en 1848, y que promovieron la educación de la mujer, la legalidad de la enseñanza superior, el sufragio femenino, la lucha contra la esclavitud y el racismo y otros derechos civiles.
La primera convención colectiva feminista fue celebrada en Estados Unidos (Estado de Nueva York), y la organizaron dos mujeres protestantes Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton. Del esfuerzo de estas mujeres se obtuvo la Declaración de Seneca Falls en donde se denunciaban las restricciones de libertades a las que estaban sometidas las mujeres en la vida pública y privada.
Sin embargo, aún en pleno siglo XXI a pesar de los derechos conquistados, hoy seguimos viviendo las consecuencias de la desigualdad.
Contra esto nos expresamos, desde esta plataforma, y nos comprometemos a trabajar por un cambio social y un mundo más equitativo.
NUESTRA IDENTIDAD
Somos un movimiento cristiano evangélico que cree en un feminismo genuino y bíblico. Un feminismo que tiene un hondo arraigo histórico y que se distingue por su lucha a favor de los derechos de la mujer; la defensa de su dignidad; la igualdad plena entre hombres y mujeres sin ignorar sus diferencias naturales o biológicas. Un feminismo que se debe visibilizar e impulsar en el contexto actual en el que se promueve una “guerra de sexos”, distrayendo realmente las bases en igualdad que busca el feminismo. Un feminismo cristiano inspirado en Jesús, que se identifica con los principios y valores del feminismo originario de Séneca Falls en 1848.
IDEARIO
- El machismo es el dominio del hombre sobre la mujer. Es una manera de ver el mundo, una ideología que considera a la mujer en una condición social e intelectual inferior por el simple hecho de ser mujer. Admite la desigualdad por causa del sexo como norma de conducta social, y crea una situación de tensión entre ambos sexos que es uno de los principales factores es uno de los factores de todo tipo de violencia contra las mujeres: la violencia física, sexual, económica, salarial, profesional y psicológica.
Así mismo es una de las causas de otras violencias de género: la prostitución, la trata y esclavitud sexual, la mutilación genital, los matrimonios con niñas y todo tipo de marginación de la mujer. - El machismo sigue existiendo en el mundo entero, la sociedad y las iglesias. Dios ya lo predijo —que no lo prescribió— en Génesis 3:16. En este capítulo de la Biblia nos advirtió de lo que iba a ocurrir como consecuencia de nuestra separación de él “Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti”. Creemos que en un mundo redimido por Cristo los cristianos tenemos que luchar para erradicar este pecado que no pertenece al mundo por orden de Dios, sino que es consecuencia de la desobediencia.
- Como cristianos evangélicos creemos que el problema de la desigualdad sólo puede solucionarse llegando a la raíz, volviéndonos a nuestro Creador y reconciliándonos con Dios en nuestra vida diaria, porque sólo la fe en Jesús puede dar paz con Dios, paz interior y paz con los demás. Creemos que solo Jesús puede ofrecer una sanidad completa y profunda, restauración, sentido y esperanza tanto a hombres como a mujeres. Pero eso no excluye que trabajemos por la justicia social y por leyes que sirvan como barrera a la injusticia y como cimiento adecuado para el desarrollo de la justicia. De la misma forma es fundamental la sensibilización, educación y formación.
- La Biblia condena la desigualdad y la violencia contra la mujer; y es un posicionamiento revolucionario para el contexto en que fue escrito: que Dios nos hizo iguales en dignidad, libertad, derechos y capacidad intelectual. Dios nos creó iguales a hombres y mujeres; ambos hemos sido hechos complementarios, como imagen y semejanza suya, aunque con diferencias físicas y biológicas. Estas diferencias no constituyen, bajo ningún concepto, un subterfugio para la desigualdad, el prejuicio o el estereotipo en la sociedad.
- Jesús es nuestro referente fundamental en el trato que dio a las mujeres. Él vino a restaurar las estructuras creacionales -“Al principio no fue así” (Mateo 19:8)- y dignificó a la mujer y le devolvió el lugar que Dios le había dado desde el principio, y eso se percibe con claridad en el relato de los evangelios aun dentro del entorno social machista en que se movió. Se enfrentó a los políticos y religiosos de su época y dio la cara por las mujeres. En Jesús no hay censura para quien es mujer.
- Toda mujer tiene derecho a la libertad y la dignidad. Ninguna está obligada por Dios a soportar el maltrato. Hay que dar formación para evitar, prevenir la violencia contra la mujer, informar, formar y concienciar; desde la pastoral se tiene que prevenir y proteger a las víctimas y realizar el acompañamiento oportuno y necesario en cada caso. Se debe favorecer y sacar a la luz estos casos si los hay dentro de las iglesias y tener una presencia activa en la sociedad para defender y acoger a la mujer maltratada, forme o no forme parte de la congregación.
- Estamos en absoluto desacuerdo con los que niegan la importancia de la violencia contra la mujer, o que la igualan en cantidad y/o cualidad a la violencia de mujeres contra hombres (que sin duda existe y es totalmente condenable). Pero hay una violencia específica contra la mujer que se sustenta en una sola razón: ser mujer y provenir de una visión de desigualdad entre hombre y mujer, el patriarcado genera una concepción de la mujer como inferior y como objeto.
DECLARACIONES
- Una comprensión bíblica de la feminidad implica alejarse del error de colocar a la mujer que reclama sus derechos de igualdad en la condición de pretender actuar o parecer como hombres, o desplazar a este en la sociedad o considerarlo un enemigo. El ideal bíblico y cristiano permite a las mujeres ser plenamente mujeres, con igualdad de capacidades intelectuales y con los mismos derechos e igualdad de oportunidades, en la sociedad y en la iglesia.
- Desde el punto de vista bíblico tanto la soltería como el matrimonio son opciones, igual de valiosas para la vida de la mujer, y nos posicionamos en contra de tendencias, tanto en la sociedad como en la iglesia, que abogan por la imposición del matrimonio o de la soltería. Hombre y mujer son complementarios como matrimonio y como familias son un sustento de la sociedad (Génesis 2:18), pero son igualmente valiosos sea cual fuese su condición civil.
- En el caso de la maternidad, creemos que en la sociedad actual hay un casi total abandono a la ayuda a este papel fundamental en la familia y la sociedad. Si bien es cierto la normativa avanza a pasos lentos, pero debemos ir a una corresponsabilidad de la unidad familiar, que permita el desarrollo personal, y profesional de la mujer, y no que penalice la maternidad, a pesar de la normativa aun así se evidencia que el porcentaje de hombres que solicitan los beneficios de paternidad sigue siendo menor al de las mujeres. Por ello, el trabajo de sensibilización en conciliación familiar debe ejercerse en la empresa y el de corresponsabilidad en la familia
- Es en una iglesia sana donde el hombre y la mujer tienen la mejor oportunidad para poder desarrollarse plenamente como tales a través de Jesús, y ser plenamente hombres y plenamente mujeres, trabajando en equipo en la tarea que se les ha encomendado a los dos por igual (Mateo 28:19).
- Hombres y mujeres deben ejercer sus dones en la iglesia. Como cristianos evangélicos creemos que no hay que limitar ni disimular el llamamiento de las mujeres y hay que buscar, para el bien común, que puedan desempeñarlos en plenitud. Bíblicamente entendemos que la elección y la capacitación por parte de Dios no tiene nada que ver con el sexo de cada uno.
- Hay que trabajar para eliminar estereotipos de roles por el sexo fuera y dentro de las congregaciones Un modelo bíblico proveería que los niños tuviesen referentes masculinos como maestros, y que hubiese mujeres en la enseñanza y predicación de la palabra en todas sus expresiones.
- La educación es fundamental para promover el cambio de estos estereotipos de hombres y mujeres, el respeto y valoración de la mujer en la sociedad y en la iglesia y. Desde los púlpitos hay que enseñar que el cambio debe empezar en la familia, en la educación de los hijos en la igualdad y el respeto, en la valoración mutua de niños y niñas, y que promoviendo las nuevas masculinidades desechando mitos y estereotipos sobre el hombre y la mujer, así como corrigiendo “micromachismos”
- Se tiene que fomentar y propiciar que las mujeres, de forma justa en función de su capacidad y formación, puedan alcanzar puestos de responsabilidad e influencia, y asegurar para ello que tengan las mismas oportunidades de acceso por méritos propios. Abogamos porque haya más mujeres que se animen a tener un perfil público y de liderazgo en su entorno social y eclesial, para que puedan ser tomadas como referente, se les invite como conferenciantes en los congresos, en la presidencia de entidades y órganos de gobierno.
- El esfuerzo del cambio no tiene que realizarse solamente desde las mujeres, sino que también los hombres deben tomar su posición junto a ellas y abrir las puertas, y dejar espacio junto a ellos en los cargos de autoridad y en la toma de decisiones que ellos ya ocupan.
- Es necesario impartir cursos, conferencias, seminarios sobre la identidad y los roles del hombre y la mujer, para ayudarnos a conocer las diferencias y aprender a manejarlas. Se tiene que considerar un tema para hombres y mujeres, juntos, y no hacerlo solo “asuntos de mujeres”, porque la libertad del ejercicio de derechos no tiene género.
INFORMACIÓN
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